lunes, 21 de diciembre de 2009

Líquido Elemento.

Pocas veces se sale de un teatro tan satisfecho como salimos la otra noche tras ver Cabaret Líquido, de Lavi e Bel. El espectáculo, que lleva ya mucho recorrido y estuvo fijo durante más de cien funciones en la Expo del Agua de Zaragoza, es un homenaje a géneros escénicos menores y algunos ya en desuso como el teatro de variedades, el burlesque e incluso las ferias de fenómenos. Sobre esa idea se desarrolla una sucesión de números cómico-musicales entramados con sabiduría que dejan lugar al lucimiento de los cinco actores-cantantes y de los músicos que les acompañan (músicos que, sorpresa, también son actores). Payasos, mimos, tanguistas, “fadistas”, diosas egipcias, geishas, cantaores, travestis, un tío de Alfacar, la Muerte, mujeres de mala vida y hombres de vida peor. Todos caben dentro de cinco actores de extraordinario talento. Lavi e Bel dirige el barco del Cabaret Líquido por la nostalgia del Popurri de Clásicos, el virtuosismo corporal de El Hombre Radio, el lirismo de las Geishas siamesas o la comedia descacharrante del tartazo en la cara (transmutado en bolso de señora) de La Lucha Popescu. Cabaret Líquido ganó el último Premio Max al mejor espectáculo musical y, desde luego, algo tiene este líquido cuando lo bendicen. En su página web , preciosa por cierto, hay videos de los números del espectáculo. El público aplaudió con entusiasmo un montaje impecable, y la Señorita Doolitle y un servidor arrostramos el gélido viento de la calle Molinos reconfortados por el regusto tierno y dulzón, como de pan recién hecho, que siempre deja en el alma un payaso tocando el clarinete.

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